"CUAL SI QUISIERAN JUNTAR CIELO Y TIERRA, RUGEN, LLAMANDO A PUERTAS Y VENTANAS, MAS NO LOGRAN ENTRAR, Y ES MÁS GRATO NUESTRO DESCANSO EN LA SEGURA SALA".

viernes, 1 de noviembre de 2013

LA CAZA DE TOMMY PINKERTON


Interior de un almacén de productos de importación. Al fondo, una puerta y varias cajas de madera en las que se lee: Porcelanas Schaboory. En la izquierda de la escena, una escalera que sube hasta una oficina en un altillo. En la derecha, una mesa y dos sillas. Sobre la mesa hay dos botellas de vodka y dos vasos medio llenos. Además, hay un cenicero con un cigarro encendido. Para concluir, en la pared de la derecha hay una enorme foto de Rocky Marciano. Es de noche, a las doce.

Al levantarse el telón, en escena Harry y Annie escondidos tras unas cajas. Harry es un detective privado, muy alto y bien parecido, aunque rematadamente tonto. Tiene aproximadamente treinta y dos años, tres meses y dos días. Viste un traje italiano que todavía no ha pagado a su sastre, una gabardina gris, se cubre la cabeza con un sombrero y en la mano lleva una pistola bien mona. Annie tiene veinticinco años recién cumplidos y unas piernas que quitan el hipo. Es la secretaria de Harry y tiene una inteligencia regular. Es muy bonita, aunque algo bizca. Como habrán adivinado, él hace el amor con ella todos los sábados.

 

Annie.-Harry, son las doce de la noche y mañana tengo que madrugar, ¿por qué me has traído con tanta precipitación a este almacén del puerto?

Harry.-Porque es aquí donde Tommy Pinkerton organiza sus tropelías con su banda. Sé de buena tinta que esta noche vendrá aquí y esta vez no podrá escapar.

Annie.-Llevas cinco años detrás de él. Tommy Pinkerton es más escurridizo que una pastilla de jabón.

Harry.-Hoy asistirás a su final wagneriano. Él o sus hombres están aquí, quizá arriba en la oficina. ¿No ves los vasos medio llenos y el cigarro?

Annie.-Pueden ser de marineros o de trabajadores del puerto.

Harry.-Son de Pinkerton. Evans, mi confidente, me dio el chivatazo.

Annie.-¿Evans? ¿Ese tipo con catarro crónico y que siempre lleva calcetines grises? Ese hombre no podría decir ni dónde está su casa.

Harry.-Nunca me ha fallado. Fue Evans quien me dijo el lugar en el que se encontraba el cadáver descuartizado de Rosie Harris, la hija del senador Harris, el inventor de los cacahuetes pelados.

Annie.-¡Acabáramos! Te lo dijo después de haberlo leído en los periódicos y aun así tú le diste cien pavos por decirte que estaba very death en la habitación de un motel. A veces pienso que eres…

Harry.-¿Qué soy qué? No insinuarás que piensas que soy…

Annie.-Sí. Pienso que eres un poco…

(Alguien detrás de unas cajas dice: “¿Un poco qué?”).

Harry y Annie.-(Sobresaltados) ¿Quién anda ahí?

Evans.-Soy yo, Evans.

Annie.-¿Evans?

Harry.-¿Evans?

Evans.-Evans.

Harry.-¿Qué demonios haces aquí?

Evans.-Sabía que esta noche saldrías en busca de aventuras y como a mí el peligro me parece como un veraneo en California y es un reactivo para mi organismo, decidí seguiros.

Annie.-¿Has traído pistola? Igual hay jaleo.

Evans.-No, pero me he llenado los bolsillos de piedras por si había pelea.

Annie.-Eres más tonto de lo que aparentas.

Evans. Oye, Harry, ¿por qué le caigo tan mal a tu novia?

Harry.-No es mi novia. Solo trabaja para mí.

Annie.-¿Así que solo trabajo para ti? ¿No te referirás con eso a lo que te hago los sábados por la noche en mi casa?

Evans.-Oye, Harry, cuenta, ¿qué te hace la rubia los sábados por la noche en su casa?

Harry.-Dejadme en paz los dos. Hemos venido aquí a trabajar.

Annie.-¿Entonces no soy tu novia, so Landrú?

Harry.-Lo hablaremos mañana en mi despacho.

Annie.-(Señalando a la puerta) Si salimos vivos de esta noche.

(Por la puerta entra Pinkerton acompañado por tres orangutanes con sombreros y gabardinas. Ninguno se ha escapado del zoo, pero sí de la cárcel varias veces).

 

(Continuará…)

 

3 comentarios:

  1. ¡Jo, jo, jo! ¿Y todo eso te surge de una simple foto? Eres un genio. Me quito el cuero cabelludo ante su excelencia al elaborar situaciones finas, monsieur...

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  2. No te quites el cuero cabelludo, que ya tenemos una edad y no podemos ir desperdiciando el poco pelo que nos va quedando, ja, ja, ja.

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  3. ¿Para cuándo un recopilatorio en papel (de ésos que se puede leer mientras uno defeca plácimente sobre el Trono) de sus sainetes de eternidad cierta?

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